miércoles, 28 de mayo de 2014

Restaurante Artemisía: le french touch

Como cualquier otro sábado saltamos a nuestras bicis y nos encaminamos hacia el corazón de la Roma. Me apetecía un aperitivo clásico, un sabor fuerte que abriera mi apetito y se encendió la bombilla de los restaurantes pendientes: el restaurante Artemisía.

RESTAURANTE ARTEMISÍA
Tonalá 23. Colonia Roma. México DF



Al llegar al Restaurante Artemisía entramos en un local alargado y acogedor y que se encontraba bastante tranquilo. Elegimos nuestra mesa, cerca de la entrada para aprovechar el fresco de la Roma pero no en la terraza, para evitar las miradas furtivas de los voyeurs gastronómicos.



Para saciar mi antojo lo primero fue ordenar un martini y tras la obligatoria referencia al gran Buñuel y su amor por los drymartinis, comenzamos a ojear la carta. Una carta que si bien no es extensa está plagada de platos muy apetecibles. Un sorbito más para decidirnos... En la carta encontramos una curiosa mezcla entre toque franceses y mexicanos, aunque suele ganar la parte afrancesada y la mexicana sirve más como acompañante. Como digo, una carta bien estructurada y explicada que hace dudar al comensal.



Comenzamos con el pulpo y un tartar de atún. Exquisito el pulpo y hiperultravisual, se hacía mención en una crónica al recuerdo en las presentaciones de algunos platos a la estética del mítico Michel Bras. Sin duda, por el colorido y disposición de los vegetales éste sería uno de ellos. El plato sensacional desde el punto del pulpo, (tiernísimo!!) pasando por las diferentes texturas y acabando por la variedad de colores y presentación. Excelente, un plato por el que merece la pena volver. 

Según nos comentó el camarero, les quedaba muy poco pulpo por lo que este plato no nos lo cobrarían. Un detalle que se agradece, no es fácil encontrar un lugar con semejante honestidad y cortesías.

El tartar de atún, llegó con una bonita presentación, sabor suave y toques frescos que proporcionaba el pepino. Venía adornada con crema de aguacate y limón amarillo. Quizás las semillas de ajonjolí (y aceite?) le daban un gusto tostado demasiado acentuado.



En el apartado de sopas, nos despertó la curiosidad el capuccino de alcachofa, pedimos uno simplemente para probar, el cual nos presentaron en dos tazas (simulando al capuccino) para una mejor degustación. Segundo detalle, así da gusto salir a comer fuera. Tiene un suave sabor a alcachofa, el juego del capuccino con la taza y la crema es curioso. Tal vez hubiera preferido un poquito menos de crema para darle más punch a la alcachofa.




Continuamos con un plato principal a compartir, si estamos hablando que el Restaurante Artemisía tiene aires franceses, nada mejor que probar un clásico steak tartar para confirmar su "french touch". Hacía tiempo que no probaba este plato, uno de mis favoritos, de lo que ya he dado cuenta en un post de París y otro de Belgrado.





No defraudó para nada, otro buen plato, con el que disfrutamos mucho, la carne suave, cortada a cuchillo y bien condimentada. Acompañado con una copa de vino tinto me supo sensacional. Otro plato por el que volver al Restaurante Artemisia.

Para despedirnos a la francesa-mexicana, macarons y pay de limón. Nos gustó que los macarons estabán horneados hasta un punto que todavía les daba cierto toque jugoso en su interior y el pay de limón, con un intenso toque ácido que gustará a los amantes de esta tarta.



En cuanto a bebidas, ofrecen una carta de vinos reducida, sin embargo tiene la ventaja de pedir por copas lo cual facilita las combinaciones.

Muy buen servicio, con dos buenos detalles que describía anteriormente, atento y cordial en todo momento. Una de las comidas que mejor recuerdo me dejan en México. Esta claro que no es necesario llegar a la zona de Polanco ni acudir a los locales más de moda de la ciudad para disfrutar de una comida de gran calidad y un excelente servicio.



Y el precio de tan acertada comida, se preguntarán algunos? En torno a los 500 pesos por persona contando el aperitivo y sin contar el pulpo que como digo fue gentileza de la casa. Un menú con aperitivo, amuse bouche, entrante, sopa, plato principal (a compartir), postre y digestivo con la calidad que se mostró en todos los platos y el excelente servicio, me parece un precio muy bueno.

Al finalizar la comida una gran decisión es dejarse ver por la parte de arriba, la coctelería con toques del siglo XIX y aromas a absenta y hierbas. Sin duda es el colofón perfecto a una tarde de sábado. Una extensa carta de cócteles en el que seguro encontrarás una opción. Mi favorito el XXX... Más mezcla de Francía con México que nos lleva hasta la madrugada.

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