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jueves, 15 de septiembre de 2016

Restaurante Lalo: vamos a COMER

El chef Eduardo García marca tendencia en la Ciudad de México, desde su restaurante insgnia Máximo Bistrot y con sus otros proyectos Lalo y Havre 77. Últimamente hemos comido varias veces en Lalo y ha sido un gusto el reencuentro con el hermano pequeño de Maximo Bistrot.

En Lalo se puede disfrutar de un ambiente distendido, con pinturas coloridas en las paredes, una larga mesa a lo largo de la cual acomodarse y compartir bocados con los amigos. El público al que se dirige este local es muy diferente al de Máximo. No solo los precios, que también, si no el ambiente del local segmenta claramente el público al que va dirigdo, más joven, más moderno y más casual. 


La carta de Lalo es corta,sin embargo esta llena de apetitosas opciones, platos que nos recuerdan a la cocina mediterranea en algunas ocasiones y en otras nos muestran pinceladas más mexicanas. Los platos no defraudan y siguen la linea del Chef de cocinar sabroso y cuando digo sabroso hablo de sabores que sobreabundan el paladar. Un lugar donde se va a COMER (con mayúsculas), es decir, a disfrutar con cada bocado.

A pesar de ser muy conocido por su desayunos yo prefiero acercarme a almorzar. Hemos probado varias opciones del menú y todas son dignas de repetir. Lo único que no nos gusta es el ruido que se forma por la música y las conversaciones combinada con la acústica del local.

Arroz con hongos (220 mxn) imperdible aprovechando la época de lluvias. Mi plato favorito.


Buen ceviche de róbalo (150 MXN). Bien balanceado, evitando que la acidez se apodere del plato. Vistoso visualmente gracias a la variedad de colores.



Betabeñes rostizados con comino y yogur. Un aperitivo diferente y refrescante (120 MXN)



Tagliatelle negro (pasta casera) con una salsa de jitomate cherry y albahaca (160 MXN)



Albondigas de res impecables, carne jugosa, salsa increíblemente jugosa y el pure de gran sabor y delicada textura. Me maravilla la delicadeza del emplatado, el puré parece nieve recién caída.




martes, 6 de octubre de 2015

La poblanita de Tacubaya: tradición bien entendida

Desde hace unos meses y tras varios tropiezos en un par de los restaurantes tops de cocina moderna mexicana he abierto una nueva etapa gastronómica, no me apetece visitar los restaurante de chefs modernos, que buscan reinterpretar la cocina tradicional. Cada vez tengo más claro que donde mejor luce la cocina mexicana es en los puestos callejeros y en los restaurantes tradicionales.

Que no se equivoque nadie, son un gran fan de la vanguardia, de la provocación, de lo nuevo... el nombre de Dadaista no viene por casualidad. Sin embargo, cuando el que escribe este relato ve fuegos de artificio que no llegan a concretarse en los sabores se pone muy nervioso. 

Podemos perdernos el discurso que hay detrás de un plato y plantear sesudos debates en torno a un menú degustación, sin embargo, la cocina nació para seducir al comensal a través del paladar bien sea a través de una cocido madrileño, una croqueta líquida, un taco de barbacoa o una ensalada de quelites. Naturalmente que puede haber un amplio discurso detrás de un plato pero si no hay sabor algo falla.


Si estas ideas te vienen a la mente cuando estés pensando en elegir restaurante lo ideal es no perder el tiempo y poner rumbo a la Poblanita de Tacubaya. Un restaurante tradicional, situado en la Colonia San Miguel Chapultepec, rodeada de pequeños comercios, estrechas calles y lo que más me gusta: ambiente de barrio. Ese ambiente que en muchas ciudades se ha perdido aplicando una capa de falso coolismo. Hemos olvidado los locales del zapatero con olor a betún en beneficio del aroma corporativista de chai latte.


Comedor de la poblanita de Tacubaya
La poblanita de Tacubaya ofrece cocina tradicional mexicana, a través de amplias raciones en un agradable local y con un servicio atento, dispuesto a recomendar al novato y resolver cualquier duda a los curiosos. Todo ello con una amplia carta y precios que en los platos fuertes se encuentran situados por lo general en una franja de 80 a 180 MXN. Dentro de su amplia carta es difícil fallar, yo suelo decantarme por las especialidades, os comparto algunos de mis platos favoritos:

Excelente su carne tampiqueña, por su respeto al punto de cocción y sus variadísimas guarniciones: mole, guacamoles, rajas con crema arroz...


No puede faltar en el mes patrio sus chiles en nogada, suave nogada, carne tierna y suelta, gran opción. La ración es monstruosa también se puede pedir media ración o si no se acaba pedir la cajita para llevar.


Excelentes las enchiladas con un mole plagado de matices.


Uno de los elementos más importantes de la cocina mexicana son sus tortillas y en la Poblanita de Tacubaya no fallan. Sus tortillas caseras son elaboradas pacientemente y cocinadas al tamal en un rincón del comedor desprendiendo ese auténtico aroma que impregna el salón, aroma a cocina mexicana.


jueves, 1 de octubre de 2015

Chilakillers: comer o morir

Una de las muchas cosas que me maravilla de los mexicanos es su gusto por las charlas de comida, no "charlas gastronómicas" que supondría un punto "snob" o "mamón", que dirían ellos.  Las charlas por la comida mundana y de calle. En cualquier momento, puedes usar la carta de la comida y dar vidilla a una conversación. Cuando subo a un taxi me gusta preguntarle al conductor por "su platillo favorito" y lugares donde probarlo. Inmediatamente una enumeración de restaurantes y variantes de dicho platillo se recitarán como un benjamín con anhelos futbolísticos recitaría la alineación de su equipo favorito.


Conversaciones puras, sin el objetivo de impresionar por haber visitado tal o cual restaurante. Podéis estar seguros que estos conversadores nunca han hecho un check in en Pujol ni saben que es un "foodie". Son tan apasionados de la comida como cualquier blogger pero nunca dieron el salto digital.

Un plato insignia de la cocina mexicana que esta presente en muchos conversaciones y en cualquier desayuno que se precie son los chilaquiles: triángulos de tortilla fritos, cubiertos por una deliciosa salsa verde o roja (yo me suelo decantar por la verde), se elige su acompañante que normalmente varía entre pechuga, huevos estrellados (fritos) o bistek y para coronar esta pesadilla dietética se añade queso rallado y en ocasiones cebolla.

Y como buen plato mítico, los chilaquiles tiene su propio rosario de templos imperdibles pasando por la mítica "Esquina de los Chilaquiles" a los más fresas de "El Cardenal". Aunque soy amante de la esquina por su encanto callejero y reconozco el sazón de El Cardenal, mis favoritos son los del Restaurante Chilakillers por sabor, servicio y estética y es que esa mezcla mexicana entre pop y kitsch me conquistó desde el primer día.

Chilaquiles "kitsch" con pechuga y salsa verde

Los Chilakillers (Av. Revolución 23, Tacubaya) cuenta con una de las mejores selecciones musicales del DF, canciones rock que son perfectas con el estilo del local con un volumen adecuado. Bien harían los tops de Polanco en tomar nota... y es que si vas a amenizar con lo primero que encuentren es mejor apagar el hilo musical.

Chilaquiles con bistek
En los Chilakillers, el plato insignia de la casa se presenta en medidas pantagruélicas, bien hará el novato en pedir media ración, y con los chilaquiles en su punto de remojo, los huevos estrellados sin la yema coagulada para que aporte melosidad a la mezcla y la salsa con un sazón increíble. El conjunto es delicioso.

En lo negativo quedaría la ruidosa y contaminada avenida revolución que no aporta precisamente tranquilidad y aire fresco, sin embargo es un obstáculo que no intimida a los amantes de los chilaquiles.

Ya sabéis, la próxima vez que subáis a un taxi y aparezcan los chilaquiles en una conversación decidle al conductor que ponga rumbo a Tacubaya, rumbo a los Chilakillers.

Para los que le ponen pan a todo... torta de chilaquiles y bistek. Imbatible!!!

lunes, 14 de septiembre de 2015

Quintonil: verde que te quiero verde

El Restaurante Quintonil sigue estando entre mis favoritos entre de los "tops" (subjetivo) de la Ciudad de México, más allá otros como de Paxia y Pujol. Su menú degustación de 11 tiempos me parece una de las experiencias más equilibrada teniendo en cuenta sabor, precio, servicio y local. Es cierto que su cocina no es tan rotunda en sabores como la cocina tradicional mexicana, sin embargo, en sus platos encontramos un estilo propio, complejidad en los sabores y un buen uso de los quelites.


El local del Quintonil es suficiente aunque sin lujos, mesas distribuidas en un alargado y sobrio salón. Y al fondo un pequeño espacio de semiterraza que junto con la benevolencia del dios Tláloc nos regaló una luminosa comida. Una auténtica suerte en México!! Hace tiempo que no visito ciertos restaurantes por la noche, parece ser que el criterio de la restauración mexicana y el mio sobre lo que es una luz mínima para disfrutar de una comida difiere por completo. Alguien debería informar al gremio que lo de cenar "a la luz de las velas" no es literal. 

El menú degustación tiene un precio de 990 MXN, resulta equilibrado, comenzando con sabores tímidos e interesantes donde se da el protagonismo a las verduras y quelites. Poco a poco los tiempos ganan en potencia pasando por la pesca del día que a pesar de un plato sencillo y ligero está lleno de matices hasta llegar al wagyu que remata con sabores más marcados y una textura exquisita (debates sobre denominación al margen).

No se trata de una cocina mexicana obvia, en el Restaurante Quintonil no hay tacos gourmet, ni reinterpretaciones vanas. Son platos construidos alrededor de ingredientes mexicanos y con un estilo muy personal: profusión de quelites, sabores ligeros y agradables y platos que nos ofrecen diferentes capas de sabores.

El menú degustación del Restaurante Quintonil me sigue pareciendo uno de los mejores de la ciudad, como la última vez, salgo con ganas de volver.


Ensalada de nopales.



Ensalada de betabeles tibios, mantequilla de naranja y vainilla, jitomates y requesón.



Tamal de amaranto en salsa verde, quelites y crema de rancho.



Calabazas en pipían de estragón, queso cremoso de oveja y espuma de chayote.



Marlin ahumado en salsa verde, verdolagas, hinojo y guacamole.



Crema de alcachofa de Jerusalén, manzana verde y cacao.



Pesca del día es salsa verde, pico de gallo y chipotle.





Diezmillo de res wagyu en pulque, maiz y reducción de chiles secos.


Nieve de nopal



Mango colado, compota de ruibarbo, sorbete de mango y tomillo de limón



Dulces


domingo, 16 de agosto de 2015

Restaurante Pujol, ¿Rey de reyes?

Enrique Olvera se ha situado a nivel mundial como el chef más reconocido de la cocina mexicana contemporánea. Da conferencias, aparece en documentales (próximamente en la segunda temporada de Chef's Table), un fijo en las listas de tops... Todo esto crea grandes expectativas, la segunda visita al Restaurante Pujol de El Dadaista Gastronómico sirve para afianzar ciertas opiniones y para analizar más detenidamente la propuesta del Chef y aquello de lo que, en mi opinión, adolece.




Hay cosas que me gustan de Pujol, hay platos buenos y sabores interesantes, sin embargo, estar considerado el mejor restaurante de México crea grandes expectativas y presupone una experiencia donde todo o casi todo debería ser perfecto. Si bien hay cosas que me siguen gustando del Pujol, creo que hoy por hoy no responde a esas expectativas ni a las posiciones en que le sitúan las listas. Hay ciertos puntos que me sorprenden para un restaurante de primera categoría que se ha convertido en referencia de la cocina mexicana:

¿Creatividad? Había pasado algo menos de un año desde mi primera visita y me sorprendió que varios platos se repetían desde la vez anterior. De acuerdo que los elotes se han convertido en marca de la casa pero... ¿se mantendrán en el menú por siempre? ¿También es necesario mantener el taco de barbacoa? ¿Acaso no existe innumerables tipos de tacos que puedan servir de inspiración para otro bocado? Lo mismo respecto al mole madre, un plato que me gusta por su simplicidad y concentración en la esencia del mole, sin embargo, después de 2 años quizás es hora de dejarle volar del nido. 

Los tres son buenos platos pero si estamos haciendo bandera de la creatividad y en un menú de seis tiempos mantenemos tres opciones durante tanto tiempo... ¿Dónde queda esa supuesta creatividad?

Presentaciones: Creo que los platos merecen mejores presentaciones, algunas veces juegan con la simplicidad y me parece correcto. Sin embargo, el recurso de salsa al centro y proteina encima con puntitos de x alrededor es recurrente. La presentación del hígado con huitlacoche es para repensarla de forma urgente.


Servicio: En general el servicio es bueno. Sin embargo, me sorprendió que el vino no se descorchara en la mesa. No hace falta seguir todas las normas del servicio del vino, hay cosas que son algo encorsetadas, sin embargo, abrir la botella delante del comensal me parece lo mínimo.

Local: No creo que el local le guste a nadie, sin ventanas, techos bajos que hacen que las conversaciones se intensifiquen y se cree una atmosfera ruidos. El color negro ayuda a empequeñecer el lugar.

Música y luz: La música directamente sobra, si no vas a cuidar con esmero la selección musical, por favor apaguen el hilo musical. La luz tenue en exceso siguiendo la equivocada tendencia de muchos restaurantes mexicanos.

Entrando en detalles de nuestro menú, degustamos, lo siguiente:

Los entrantes fueron el tiempo que más me gustó con los sabores más interesantes y originales de todo el menú:

Bocol Huasteco
Elote con mayonesa de hormiga chicatana
Vaina de escamoles
Cucurbita
Tosta de chia



Mole verde


Cuitlacoche, molleja, higado de pollo

Un plato en el que se utiliza un ingrediente de casquería que tradicionalmente no solía aparecer en restaurantes de alto nivel. Adrià, en el Bulli, ya incorporó este tipo de ingredientes a su cocina y poco a poco se ha hecho un hueco en otros restaurantes. Un sabor fino, sin embargo la presentación la considero deficiente.


Taco de barbacoa, adobo de chile guajillo, hoja y pure de aguacate

Un clásico de la casa que se repite, sin duda, se trata de un gran bocado aunque considero que es necesario ofrecer una novedad en el apartado de "tacos".


Tamal de papa, hoja santa, ensalada de frijol criollo

Otra reinterpretación de un plato típico mexicano que en este caso no funciona tan bien como el taco. Esta bueno pero no pasa de allí.



Pesca del día confitada, guías, jalapeño rojo, jengibre, hoja santa, pepita de calabaza


Infladita de huevo, salsa de chapulín, frijol

Me gustó la presentación y lo etereo del plato, sin embargo para ser el plato fuerte hubiera esperado algo más de contundencia. Lo vería mejor como un plato previo.


Mole madre, mole nuevo

Otro "clásico" de la casa que se sigue repitiendo. Sin duda un buen plato que permite concentrase en el sabor del mole nuevo y viejo que se trabaja como una masa madre.


Llegamos a los postres y de nuevo nos encontramos la simplicidad ¿excesiva?


Como resumen, y a diferencia de la primera vez que visite el Restaurante Pujol, el menú me decepcionó. Hay otras propuesta en México donde disfrutar de cocina contemporanea mexicana con menús más originales y frescos que el de Pujol. Parece que el rey deja paso a los príncipes.

miércoles, 10 de junio de 2015

Sabores asiáticos en el artículo 123

El centro de la Ciudad de México es una de las zonas más interesantes y auténticas de la ciudad. Aquí no encontrarás elegantes restaurantes con valet parking, eclécticas terrazas donde tomar un gin&tonic, ni fresitas fumando a la entrada. El centro del DF es sabor y autenticidad.

El centro está repleto de buenas cantinas como las de la calle Bolivar o la República de Cuba, ideales para tomar unos tragos con los cuates y pasar una tarde lluviosa. Sin embargo, poco a poco surgen nuevas propuestas en la zona, una de las que más sorprenden es la de "El 123", en la calle Artículo 123 y número 123.

El restaurante 123 es un local de dos plantas, bien decorado donde disfrutar de platos diferentes. Su cocina asiática se asienta en el uso de tallarines, arroz, leche de coco, curry, brotes... platos sencillos pero llenos de sabor. Una buena opción será acompañar la comida con sus refrescantes aguas endulzadas con jarabe a base de miel, nuestras preferidas son las de limón, melocotón y maracuyá.



Kakuni de cerdo

En cuanto al menú, amplia variedad de platillos con precios muy amables que pocas veces superan los 100 mxn (!!!) y que según el plato viene acompañado de sabrosas sopas. Mis platos favoritos fueron el Kakuni con cerdo cocinado lentamente gracias a lo cual tiene una textura muy tierna y el Pad Kee Mao tallarines con verduras con un agradable picante que a ratos te hace sudar.

Pad Kee Mao
El pad tai al que le añadí el extra de camarón (+20 mxn) se quedó algo corto de sabor a pesar de ser agradable por los toque cítricos. El picante que anunciaba el menú no acabó de sentirse.


Pad Tai con camarón


Su cuidada decoración está tan bien integrada que da la equivocada impresión de que nadie se preocupó demasiado en ella, hasta que la observas más detenidamente. Toques vintage, mesas desgastadas, originales focos. Por suerte, obviaron el servir las aguas en botes de mermelada, probablemente hubiera sido excesivo.


Sin duda el restaurante 123 lo tiene todo para convertirse en un templo hipster y que las filas comiencen a formarse en el exterior, como ya les ocurrió a sus dueños con el Mog. De momento, es un lugar agradable, con un servicio simpático y atento donde ir a comer y charlar con los amigos. 

Dense prisa, hipsters are coming!!!





viernes, 27 de febrero de 2015

Café Raiz: desayunos de domingo

Con el tiempo, las crudas cada vez sientan peor y los fines de semana bien aprovechados cada vez gusta más. Últimamente, me levanto pronto, voy a correr y me doy el pequeño lujo de un buen desayuno. Todo esto solo tiene una lectura, me estoy haciendo viejo, o peor todavía, ya hace tiempo que lo soy y no me había dado cuenta.


Me encantan los desayunos copiosos, desde los tacos de barbacoa, los clásicos huevos, los chilaquiles, hasta el toque más fresa de los bruchs o el punto hipster del desayuno vegetariano. Mi último descubrimiento ha sido algo menos trendy que todo lo anterior pero muy satisfactorio: el Café Raiz en la colonia Roma de México DF.


El Café Raiz está ubicado en la calle Mérida, en un pequeño local, tranquilo y agradable. En mi opinión, siempre es importante la atmósfera de un restaurante pero para el desayuno, la tranquilidad es fundamental. En cuanto a la oferta se decantan por los clásicos, buen café, jugos naturales, huevos preparados de diferentes formas, también ciabattas y algo de pan dulce (pocas opciones). Recomiendo centrarse en los huevos y en las ciabattas donde hay variedad para todos los gustos, si vas más por lo dulce las opciones no son muy variadas.

Un lugar perfecto para disfrutar del desayuno, tomar tu café sin prisa y, leer el periódico mientras piensas que hacer durante todas las horas que tienes por delante de ese domingo sin cruda: dónde pasear con la bici, qué película ir a ver por la noche... o en qué cantina pillarte la peda... Al fin y al cabo, seguimos siendo jóvenes y esto es México.




martes, 17 de febrero de 2015

Restaurante Pujol: alta cocina mexicana

Entramos en el taxi y nos dirigimos hacia el norte de Ciudad de México, "a Polanco, por favor". Subimos por Avenida Revolución dejando atrás una colonia de casas de dos alturas con calles estrechas y ambiente de pueblecito. Mientras nos acercábamos a los altísimos y fríos edificios del Paseo de Reforma, pensaba en los grandes contrastes de México. Hacía unas horas había almorzado unos tacos de carnitas por menos de 30 pesos, y  en un momento, cenaría en el considerado el restaurante número 20 del mundo en la lista de 50 Best Restaurants.

Entrada al Resturante Pujol (Foto dondeir.com)
Ya entrando en el Restaurante Pujol, sonrisas y bienvenidas, nos acomodamos y empezamos con un mezcal tobalá de la marca Real Minero mientras ojeábamos el menú. 

El menú degustación del Pujol consiste en 7 tiempos, en tres de ellos (entrada, principal y postre) se puede elegir entre tres opciones. Me gustó esta mecánica con posibilidad de elección en alguno de los tiempos para que el menú degustación no resulte tan encorsetado y se pueda adecuar al comensal. En mi caso, siempre que un plato esté bien preparado,no tengo ninguna manía o producto tabú,  pero es una buena forma de acercarse al comensal más maniático.
"Un taquito, joven"

La propuesta del Chef Enrique Olvera es equilibrada y agradable, sabores más nítidos y perfilados que los de la gastronomía mexicana tradicional donde, en ocasiones, es la potencia del condimento o la salsa el que gana en el conjunto de sabores del plato.

Los diferentes platos mantienen un nivel alto en casi todos los tiempos. Me encantaron los detalles: la textura del chicharrón de col; las guarniciones, sabrosísimas gracias a sus aderezos; la exquisitez de los productos, como el cordero lechal o la langosta; la delicadeza del mole, menos contundente que el tradicional. 

En cuanto a los puntos negativos, lo peor y más difícil de corregir, el local. Me parece impropio de un restaurante de este nivel un local tan cerrado y con techos tan bajos que hacen rebotar las conversaciones creando un ruido de fondo significativo.

Más detalles, y es que, siempre se dice que a este nivel se busca la perfección!!! El prepostre no me cuadró con el resto del menú, se trataba de un brioche de brie y mermelada que me pareció excesivamente afrancesado para un menú con clara vocación mexicana.

En cuanto al servicio, muy buen nivel, personal amable, nos explicaron los platos al detalle y atendieron a todas las preguntas de forma eficiente. Sin embargo, no estuvieron tan atentos con el vino puesto que al acabar la cena todavía nos quedaban dos copas en la botella por ser servidas. Las hubiéramos disfrutado mucho más con alguno de los platos.

Las presentaciones son cuidadas y sencillas. Como digo, sencillas, que nadie espere técnicas de las mal llamadas "moleculares" como geles, espumas, humos o esferificaciones. Son formas diferentes de entender la cocina. No obstante quizás se podría pedir algo más en este aspecto, sin necesidad de caer en teatralidades vanas.

Y el precio, ¿Cuánto cuesta comer en Restaurante Pujol? El que, muchos dicen, que es el mejor restaurante de México. El menú degustación del Pujol cuesta 1160 pesos a lo que debemos sumarle las bebidas y propina. Un precio de referencia sería 1500-1750 pesos por persona. Naturalmente es un precio alto para México, eso si, mucho más asequible si lo comparamos con restaurantes de un nivel similar en España y no digamos ya, en Europa. 

Los platos que probamos fueron los siguientes:

4 botanas presentadas en un solo tiempo y para comer con las manos:

Elotes tiernos con mayonesa de hormiga chicatana, café y chile costeño. Un clásico del restaurante Pujol que no defraudó, por la tierna textura y su sabor.



Bocol huasteco, gordita de masa, con queso y pico de gallo.


Chicharrón de col rizada con polvo de chile y jugo de limón. A simple vista no me parecía nada del otro mundo pero cuando lo probé la textura efimera y crujiente me fascinó.



Cebiche de cucurbitas: un ceviche vegetariano con calabaza criolla, challote, flor de calabaza y aguacate.



Continuando las botanas, un pequeño extra que acompañaba al vino elegido, como cortesía de la casa: Mejillón en aceite de chile con brote de cilantro. 

El vino que tomamos fue un Nuva, del Valle de Guadalupe, mezcla de chardonnay, sauvignon blanc y moscatto.


Pasando a los entrantes: Mole amarillo, un mole de verduras: chile pulla, chile guajillo, berenjena, calabacita criolla, colas de bruselas y pure de raiz soacha.


El siguiente tiempo daba posibilidad a elegir, por mi parte me quedé con la langosta cruda con mayonesa de chile habanero, tomatillo y orégano. Un plato de un sabor delicado que se eleva con el toque de acidez de la mayonesa.


Y la otra opción fue el taco de barbacoa: cordero lechal en adobo de chile guajillo, tortillas de chile poblano y cilantro, hoja de aguacate y puré de aguacate, chicharros y chile serrano.


Mi plato principal fue pancita de cerdo frita acompañada de un pure y ensalada de verdolagas con cilantro, aguacate y chile serrano. 

Según nos explicaron la pancita comienza su preparación pasando dos horas en salmuera, tras ello, la cocción se realiza al vacío durante 13 horas. Como buen pork belly, estaba sabrósísimo la mezcla de carne y grase con el toque crujiente lo hacen un bocado riquísimo. Sin embargo, y aunque las comparaciones son odiosas, recordando el clásico pork belly de David Chang me quedo con este último por su suavidad y melosidad en boca.


Mole madre, mole nuevo: mole recalentado, tiene por encima el mole nuevo (centro) de chile pasilla y en el exterior el mole madre que llevaba 513 días. Cada semana el "mole madre" se alimenta con más ingredientes como si de una masa de panadería se tratara.


Prepostre: pan brioche, queso brie y mermelada de frutos rojos. Un plato que estaba bueno pero no me cuadraba demasiado en un menú con una orientación mexicana tan clara.


Y ya en la parte dulce...

Ponche de tamarindo, tejocote y jamaica

Una interesante mezcla de sabores: mousse de natilla con toque de canela, gel de membrillo, gel de guayaba, helado de jamaica, helado de guayaba. Como curiosidad, al traer el plato a la mesa uno de los componentes del plato se movió. En cualquier otro sitio hubiera sido algo anecdótico, pero en un restaurante de este nivel... ¿Debería haber llevado de nuevo este plato a cocina para la corrección? Muy probablemente si.


La otra elección fue el Nicoatole frito, bombón de plátano, chocolate Oaxaqueño



Sin duda el restaurante Pujol es una visita obligada en México DF, el chef Enrique Olvera ofrece un menú con buenas propuestas: platos actuales compuestos de ingredientes mexicanos con sencillez y sabor

El punto del ruido ambiental es preocupante y algo a mejorar, un ambiente tranquilo es fundamental para disfrutar de una buena propuesta como la que se presenta en esta casa.